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11 abr 2010

Hábitos...

Mi infancia estuvo marcada por los hábitos... hasta tal punto, que soñaba con ser misionera en lugares lejanos y peligrosos... para merecer el amor que Dios me daba, era lógico que me sacrificara... que sufriera... que "muriera si hacia falta, en manos de aquellos negritos que no tenían alma."
Mi adolescencia derivó sin darme cuenta, por las sendas utópicas de la lucha social y, casi inevitablemente, apartándome del dogma de la fe y la doctrina católica. Y me embargaba un conflicto interno que me costó entender, porque para mí, aún entonces, la justicia para el pueblo y la bondad espiritual eran la misma cosa que, por supuesto, se materializaba alrededor de aquellos ropajes de monjas, curas y demás seres con uniforme religioso.
El conflicto nunca se solucionará porque, hay tantos prejuicios y consignas en nuestras cabezas, que hace falta mucho baño de realidad para limpiar la manipulación a la que fuimos sometidas. Y, aunque tratemos de ser asépticas en nuestra vida, todo lo que fue grabado subliminalmente en nosotras, nos hace sentirnos en una perpetua y constante traición a aquello que nos enseñaron.
¡Encima!
Las marcas son de diversos tipos: sexuales, religiosas, familiares...
Me voy a dormir... a obligarme a soñar con el sueño que quiero tener...
Me concentraré en todos los detalles. En el paisaje, en el aroma, en el color del sol...
Mañana, cuando me levante, después de haber soñado con la bondad en estado puro, mis malos recuerdos se habrán ido para siempre y, sin saber que los he cambiado, aflorarán nuevas sensaciones compartidas con personas buenas de verdad y cariñosas, a las que les gustó hablar y escuchar pero sobre todo, con personas que de verdad se sacrificaron por el ser humano al márgen de su raza, de sus creencias y de su cultura.
Hay quien cree que éso es ser cristiano... pero no todos los que dicen creer en ello, son bondadosos, justos y misericordiosos. Y, de entre todos ellos, pocos llevan hábito...
Queralt.